He tenido la oportunidad de leer el libro Testigo de excepción siguiendo la indicación de la Escuela de Comunidad, cuando el padre Ignacio Carbajosa empieza a describir qué lo lleva a tomar la decisión de servir a las personas internadas e intentar dar un significado a lo que sufrían menciona que “si la fe no sirve para estos momentos ¿para qué sirve?” Esta pregunta me llevó a plantearme en qué me sirve a mí en estos momentos.

A mí, me ha servido para sentirme acompañada a pesar de mis resistencias, me sentí literalmente descrita cuando el sacerdote habla de nuestra gran ingenuidad al afirmar nuestro yo como sujeto de derechos, como quienes sufrimos injusticias y a quienes se nos debe todo, porque, en cierto modo, somos nosotros los que ponemos en marcha el mecanismo de nuestro yo, y basta un pequeño “cortocircuito” para que nuestra altanería quede reducida al silencio.

Qué gracia es vivir, el mayor realismo es que yo vivo y no me doy a mí misma la vida: yo soy sostenida, esta es mi dignidad “Otro que me hace y sostiene”.

Agradezco al Padre Carbajosa por este maravilloso libro que ha regresado la tranquilidad a mi vida, que me ha hecho revalorar la vida y la muerte, cerrar el duelo con seres queridos que se han ido, y en la forma en la que se fueron. Tener la certeza de que las personas que he amado, y que amo, no terminan en la nada, sino que estamos en manos de Dios.

Me hizo desear enfocar el lente, como dice Mikel Azurmendi, a estar disponible para mirar lo presente y lo vivido como él lo mira, a no tener miedo a las preguntas trascendentales.

Alma Luz, Coatzacoalcos