El hijo pródigo

El perdón a uno mismo nace de la certeza de ser amado

Hace algunas semanas, se invitó a quienes participan en la Escuela de Comunidad en México a compartir algún testimonio sobre la experiencia del perdón. Aquí uno de estos testimonios

Ante la provocación de una pregunta que se nos hizo sobre si hemos vivido una experiencia de perdón, miro mi propia experiencia, y veo que el perdón a uno mismo es muy difícil que se dé.

Yo viví durante muchos años con mucha culpabilidad por situaciones que pasaron en mi juventud, esto provocó en mí un gran sufrimiento que me hacía apartarme del camino de Dios, pensando continuamente – por la manera en la que había sido educada religiosamente – que todo era pecado. Iba a la Iglesia pero no me confesaba, y eso me afectaba mucho, me alejé de Cristo. Sin embargo, Él siempre estuvo a mi lado, poniendo en mi vida a unos grandes amigos que ya tenían algunos años en el Movimiento, por su manera de ser sentí toda la confianza para contarles lo que me había pasado, su respuesta me sorprendió, en lugar de juzgarme o darme soluciones me invitaron a la Escuela de Comunidad. Desde la primera vez que asistí, mi corazón sintió que había encontrado un lugar en donde aquello que me agobiaba tanto fue abrazado, tengo que decir que pasó algún tiempo para que yo pudiera perdonarme, fue un camino que realicé poco a poco, en el cual sentía cómo mis heridas sanaban.

Después de 10 años de no confesarme lo hice con un Padre del Movimiento: Julián de la Morena, me miraba de tal manera que era sentir a un Cristo presente, a partir de entonces llego mí liberación, no era que mis padres o mi familia no me perdonaran, era que yo misma no lo hacía, por los juicios confusos que tenía, pensaba que ser católica era ser perfecta, ahora abrazo mis fragilidades así como las de los demás, todo lo miro con sencillez, me doy cuenta de que cada día y cada instante soy necesidad.

Mis relaciones con la familia, amigos, etc., han cambiado desde que pude perdonarme, porque cuando se tiene la certeza de ser amada, se tiene simpatía por todo lo que se vive, aún en los dramas de la vida, como dice Don Julián Carrón.

Irma A.