México. Quién vence al dolor

El juicio del Movimiento de Comunión y Liberación en México ante la ola de violencia en este país, particularmente en contra de niñas y mujeres.
Comunión y Liberación, México

Una exigencia de justicia profunda está latente en este momento histórico. Los hechos de violencia que han acontecido en nuestro país, han generado un clima social tenso, particularmente en contra de niñas y mujeres; esto es desproporcional a nuestra razón, rebasa cualquier lógica humana. ¿Por qué tanto odio? ¿Por qué contra personas inocentes como la niña Fátima? ¿Por qué en medio del dolor estamos tan confrontados y divididos?

Experimentamos impotencia, enojo y la necesidad que alguien responda, que alguien se haga cargo de erradicar de una vez por todas el mal que nos aqueja. Llevar a la plaza pública este grito de justicia e inconformidad de las mujeres mexicanas es justo y verdadero. Comunión y Liberación México acompaña este grito, #UnDìaSinNosotras, que se llevará a cabo el 9 de marzo; pero reconocemos también la responsabilidad a la que estamos llamados, pues el Papa Francisco nos ha indicado que: “a los cristianos y a todas las personas de buena voluntad nos toca vivir y actuar en este momento”.

Es “una responsabilidad grave, ya que algunas situaciones del mundo presente, si no se resuelven adecuadamente, pueden desencadenar procesos de deshumanización difíciles de revertir más adelante”. Son los “signos de los tiempos que debemos reconocer para actuar”.

Desde nuestra experiencia de Fe deseamos hacer una contribución. Solo una presencia humana que, en las circunstancias más desafiantes, es capaz de mirar y abrazar la realidad como un bien, por su forma de vivir la Fe, puede ayudarnos a entender mejor los caminos hacia una sociedad más humana.

Luna, estudiante de cine en la UPAEP de Puebla

Hace algunos días en Puebla fueron asesinados tres estudiantes de esta universidad junto con un chofer. Luna, como muchos, siente inmediatamente la urgencia de unirse a la protesta; sin embargo, cae en la cuenta que la protesta no respondía a la exigencia de justicia de su corazón y entrando en la universidad ve que algunos compañeros habían montado un altar conmemorativo se da cuenta de que hay una presencia mayor que realmente acompañaba su impotencia y su fragilidad y de ello le nace paz y esperanza. De allí toma la decisión de realizar un video para comunicar a todos que aún dentro de este dolor, hay esperanza y una posibilidad de positividad.

Estudiantes universitarios montan un altar en honor a sus compañeros asesinados. UPAEP, ciudad de Puebla.

Mercedes y su madre Marilú, frente a los hechos de la misma universidad

Mercedes frente a los papás que fueron a la Misa experimentó un peso enorme que le aplastaba el corazón. Pero delante de las palabras del Obispo que invitaba a perdonar y a orar por la conversión de los asesinos, Mercedes dejó de pensar que estas personas no tenían remedio. Solo el abrazo de la comunidad cristiana le hizo experimentar la presencia de Dios y esto fue para ella un bálsamo para su corazón.
Lo mismo testimonia su mamá, Marilú, que se conmueve por el gesto en el que el mismo rector de la universidad se une a los alumnos para acompañar con la oración a los padres de las víctimas, y se da cuenta de que el cristianismo no elimina el dolor, no protege siquiera del miedo y del peligro, pero puede hacer que un rector se una a sus alumnos y junto con ellos muestre el único camino que puede ofrecer, dentro de la angustia, una esperanza segura.

Isaura, víctima de la violencia en México

Isaura, amiga de Guadalajara, fue víctima de un asalto a mano armada en el que no solo le quitaron su vehículo y sus pertenencias, también la dejaron malherida y este hecho inmediatamente la dejó llena de culpa y deprimida; sin embargo, con el tiempo, se dio cuenta del gran regalo que es la cercanía, el abrazo, el apoyo de su familia y de sus amigos del Movimiento de Comunión y Liberación. Esto la acompañó también a perdonar a su atacante y a pedir que Cristo toque su corazón y le haga ver lo que ella ha visto en la experiencia del encuentro con Él.

Solo el encuentro con Cristo dentro de una compañía humana permite que estas experiencias sean semilla de algo nuevo.