México. El ciento por uno en este Meeting
Todo inició con un “sí” lleno de deseo ante la invitación de Julián Carrón a participar como voluntarios del Meeting. Un testimonio de la alegría y la certeza que nacen del jugarse ante una propuesta atractiva.Al escuchar en la escuela de comunidad con Carrón que cualquiera que tuviera el deseo de participar en el Meeting como voluntario podía hacerlo, pensé que me gustaría mucho estar, porque me doy cuenta de que, entre más me involucro y en la convivencia con las personas del movimiento más me atrae la propuesta de vivir el cristianismo hoy, en donde estoy y en las cosas que hago.
Enseguida me vino la pregunta: y yo, ¿en qué podría ayudar?, si para empezar todo es en Italia y seguramente en italiano. Después de darle vuelta al asunto algunos días pensé: si Carrón dijo que cualquiera, y al parecer el único requisito era tener el deseo, pues no mencionó que hablaran algún idioma, ni que supiera hacer algo en especial, algo podré hacer...
Mandé mi correo, me contestaron al poco tiempo y como lo había supuesto, estaba en italiano, traduje los correos y los formularios, al llegar a la parte de las comisiones y elegir en cuál deseaba estar, detuve mi iniciativa, pues me di cuenta de que, entre todas las comisiones, nada sabía hacer yo.
Al acercarse la fecha de inicio, una de mis compañeras de escuela comentó que asistió a la reunión de voluntarios del Meeting. Me dio mucho gusto saberlo, y le pregunté como hacer, y así fue como asistí a la reunión con los demás compañeros de México. Me dio mucha emoción, pues no sabía cómo, pero participaría como voluntaria.
Sabía poco del Meeting, pero me encantó lo poco que había podido ver por videos de YouTube, aunque con desagrado veía que casi todo estaba en otro idioma. Quería conocer cómo era, aunque fuera un poco como, y deseaba que hubiera eventos en español. En definitiva, quería estar en este Meeting, consciente de que tendría que aprender, pues conozco porco de tecnologías y redes sociales.
El inicio de este compromiso fue entre miedo de hacer mal lo que se me pidiera y la incertidumbre del como resolvería lo que me tocara hacer si es que no supiera hacerlo, platiqué con mi hija y le pedí su ayuda.
El haber corrido el riesgo de estar y de hacer cosas totalmente fuera de mi control me ayudó mucho a estar atenta, con una disposición a la corrección, con la sencillez de que estaba más para aprender que para ayudar, pero lo experimentaba con un nerviosismo que me resultaba incómodo, sensación que cuando tuvimos el encuentro con el presidente y el director del Meeting desapareció. Después de ese diálogo se empecé a entender qué es el Meeting, un lugar en donde sucede algo de incalculable, impredecible, es algo que va más allá de nosotros mismos, es algo que nos ha sido dado a cada uno de nosotros. Uno de los voluntarios preguntó por qué se daban tiempo para tener un diálogo con nosotros... porque podrían solo habernos dado las directrices de lo que hay que hacer. Y la respuesta fue: "Si hay una relación se construye. El mundo cambia por las relaciones que tú tienes, en donde tú vives, porque tú incides en el mundo a través de éstas, yo recibo y doy a través de las relaciones que vivo, ahí dentro se da el intercambio de contenidos, pero sin relaciones el contenido es estéril, solo se vuelve fecundo dentro de las relaciones que vivimos".
Conforme se acercaba el inicio me descubría con un asombro, una alegría tan grande por ser parte del Meeting que a mi familia y conocidos les desconcertaba. Ellos participaron en las conferencias, en los diálogos, muestras y en el concierto. Quedaron agradecidos por descubrir una manera diferente de abordar los temas tratados.
Pero para mí la certeza en el Misterio crecía al ver el atractivo del encuentro, con rostros muy concretos. Me cambió mirada sobre el sentido del trabajo, que no estaba basado en la forma sino en el contenido, y en el valor de las relaciones. En esta relación, con este trabajo es en donde se verifica la nueva vida, y que nace como consecuencia del “sí” a Otro. Pude apreciar el tejido humano a través de quienes se implicaban de corazón, pude ver cómo la grandeza del ser humano reside en el reconocimiento de Otro que te ha hecho, y que lo construye todo segundo a segundo.
Me fascino cómo se implicaban los amigos con un deseo enorme de presentar las actividades de la mejor manera, cuidando todos los detalles. Experimenté mucho más que el ciento por uno... y suplico a Dios no adormecer la esperanza que me da su llamamiento, porque mi ignorancia o mi ineptitud serán obstáculos para mí, pero no para Dios.
Flavia, Puebla.