La cultura del descarte y la iniciativa de legalización de la Marihuana
La ‘cultura de la muerte’ que está golpeando fuerte y repetidamente el corazón del pueblo mexicano y que se manifiesta, entre otras formas: (…) En los esfuerzos por legalizar los estupefacientes y otras drogasEl jueves 19 de noviembre de 2020 el Senado de la República aprobó un dictamen que legalizaría ampliamente el uso recreativo y la comercialización del cannabis, del cáñamo y de sus derivados en nuestro país. Pasa ahora a la Cámara de Diputados para su análisis. Nos referimos a lo que se denomina “uso lúdico”, no a los derivados para enfermedades. La iniciativa se votó en medio de manifestaciones exclusivamente de grupos que deseaban su legalización, sin un debate público plural y -sobre todo- sin escuchar a especialistas en la materia.
Este hecho genera legítimas preocupaciones. Acerca del uso recreativo de la marihuana y de otros productos psicoactivos derivados del cannabis, los profesionales de la salud y numerosas personas que han sido consumidores, atestiguan que su uso, en cualquier cantidad y presentación, reduce significativamente el dominio sobre las propias acciones, y ponen al consumidor en situación de riesgo grave para sí y para otros.
Para intentar tranquilizar a la sociedad los promotores introdujeron anotaciones en la iniciativa para acotar quiénes y de qué forma tendrían acceso a los procesos de producción, distribución, comercialización y consumo. Pero eso no atiende el problema de raíz. El problema no es poner reglas y condiciones para el uso de la marihuana. Lo que vemos más bien es un cambio sustancial en nuestra capacidad de ser solidarios y pensar en el bien de los demás como un bien para nosotros mismos. Se abandona una política de promoción y protección de la salud por satisfacer los intereses de unos pocos. La salud y el bien común dejan de constituir un bien prioritario, y ceden su lugar a los gustos de individuos aunque pudieran causar un daño a terceros. Importaron más los reclamos de libertad sin responsabilidad de algunos pocos, por encima del bien general de la salud. Importaron más los anhelos individuales de un grupo y se pagó el precio de las consecuencias para todos, pero sobre todo para niños y jóvenes. Importó más la indiferencia de unos que la corresponsabilidad colectiva por el bienestar de la mayoría.
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