Foto: AP Marco Ugarte

México. Ante la polarización política en México: ¿hay esperanza?

A partir de la Escuela de Comunidad, es posible vivir y mirar al otro, más allá de cualquier diferencia (en este caso, política), dialogar y estar presente en la realidad, sin quitarle nada.

Estuvimos bombardeados por las campañas electorales en las calles, en las redes sociales, en las conversaciones diarias… y el domingo 6 de junio fueron al fin las elecciones, digo al fin, porque para mí fue un respiro el que terminara esta guerra que trascendió en nuestras amistades. Tengo una amiga que me dijo que perdió a 2 amigos porque ella está en un partido político y no se lo perdonaron. Me decía: “¡Pero cómo pudo ser esto posible, eran mis amigos, además cada quien es libre de elegir en qué partido quiere estar! ¡Es mi decisión!” Tenía razón, su juicio, para mí era el correcto. Lo único que le pude decir es que para mí la política es para procurar el bien común, no para crear divisiones y que estas diferencias y enemistades sólo son por el calor de la contienda, que al final, todas las aguas tomarán su cauce de nuevo.

Yo viví el proceso electoral de dos formas: la primera parte fue terrible porque la verdad ver y escuchar a la gente con sus fanatismos era como si me prendieran fuego en la sangre. Era frustrante para mí ver la división creada a partir del presidente, ver cómo nos polarizó. Observar en los chats cómo había confrontaciones, ver las redes sociales…

Esto hizo que yo hiciera una petición especial en el Rosario diario por la actuación de todos los políticos, empezando por el presidente, pasando por todos los ciudadanos y terminando conmigo, por todos y, en especial, por las elecciones. Y surgió el imprevisto. Un día me escuché hablar tranquila y detenidamente con un señor, sin que me hirviera la sangre, al contrario, le escuché, pude hacerle preguntas; todo esto sucedió sólo cuando me di cuenta de que yo no hago la realidad y que, por lo tanto, no está en mí el triunfo o fracaso de algún candidato, sólo así es que pude estar en el presente, en la realidad, sin quitarle nada.

En el texto, en el punto 1 se lee: “Dejar abierta la posibilidad de que suceda algo que supere nuestra capacidad de previsión no es renunciar a la razón, sino vivir hasta el fondo la razón, según su naturaleza y su ímpetu original, es decir, como una ventana abierta a la realidad y no como medida. El escepticismo preventivo hacia todo aquello que supera nuestra medida supone un bloqueo de la razón, no su culmen, y nos afecta más de lo que creemos, penetra en nosotros sin que nos demos cuenta de ello”.

Es mi adhesión al acontecimiento cristiano el que me hace ser una criatura nueva de la que habla Don Giussani y dice: “Pensar partiendo de un acontecimiento significa, ante todo, aceptar que no soy yo quien define dicho acontecimiento, sino más bien estoy definido por él”.

Estoy fascinada leyendo los textos de los Ejercicios de la Fraternidad porque me hacen ver cómo la realidad siempre se me impone para que vea a Dios en ella.

Mirna, Coatza.