México. Me sorprendo de la alegría que me embarga

El testimonio de cuánto educa la caritativa nuestro corazón, cuán correspondiente resulta verificar que la vida es para darla, y darla con alegría.

Estudiando la Escuela de Comunidad, en particular el punto sobre el carisma, me hizo hacer memoria de mi llegada a la comunidad de Coatzacoalcos y ahora a la de Monterrey, no soy yo, sino elegida por Él.

Quiero referirme en particular a la caritativa. Siempre me ha gustado ayudar a los demás, tanto que me incliné por una profesión de servicio a las personas, el trabajo social. Al llegar a CL había varias caritativas, empecé en el comedor “la compañía” al lado de Roxana Ayache, sirviendo la comida a desempleados y adictos. Después, me encomendaron la administración del mismo, trabajo que llenaba mi corazón. Cada mes, acudía por donativos de comercios de Coatzacoalcos y de integrantes de la misma comunidad. Compraba víveres y pagaba sueldos al personal.

Al llegar a la comunidad de Monterrey me adherí a la caritativa de Casa Sofía. En realidad, a mí no me gustaba tratar con adultos mayores; pero poco a poco, por obra del Espíritu Santo y la compañía de mis hermanas en Cristo, sobre todo Irma con quien hacía pareja, fui encontrando esa correspondencia de mi corazón a través de los rostros concretos en los ancianitos residentes, y encontré grandes amigos.

Pero ante el confinamiento, y siendo persona vulnerable, ¿cómo podía llevar a cabo esos deseos de mi corazón?, ¿donde está mi periferia de la que habla el Papa? En los últimos meses he buscado cooperar económicamente con la casa de los migrantes Nicolás. También, tenemos trabajadores de la construcción en casa, y en días de mucho frio, por las tardes les ofrecía café caliente y galletas ante lo que ellos se quedaban asombrados y me lo agradecían. También al personal recolector de basura les ofrecí café caliente y pan, y algunos artículos como ropa y zapatos. Me levanté temprano para preparar el café, pero me sorprendo de la alegría que me embarga por poder hacer el día diferente a alguien, quizá no es lo que necesiten, pero sí lo que yo les puedo ofrecer. Tan necesitados ellos como yo.

¿Quién me mueve a hacer esto?, estoy cierta que no soy yo, es Alguien más grande. Nadie genera si no es generado.

A veces el encierro me hace sentir abrumada y cansada, pero no estoy sola. El Movimiento, a través de las propuestas por zoom y la compañía de esta comunidad, alientan mi esperanza. Estamos llamados a crecer, madurar y actuar en el mundo, conforme a la particular forma de enseñanza con la que el Señor ha querido salirnos al encuentro.

Ana Laura, Monterrey.