Imagen: lovelyday 12. Shutterstock; en: empredepime.net

La arrendadora y la autoconsciencia

La sanción de una arrendadora – primero justa, y después injusta – se volvió la ocasión para hacer memoria del “abrazo del Misterio” y de que hay un lugar que nos educa a abrir la razón y la mirada, a no quedarnos en la reactividad.

¿Cómo podemos mantener viva la esperanza en las cosas rutinarias que nos pasan todos los días? ¿Qué hacer cuando no nos vemos sacudidos por una experiencia extrema o dramática? Estas preguntas de la Escuela de Comunidad se volvieron muy concretas el mes pasado, en el que me sentía molesto, triste e impotente, porque la arrendadora de mi automóvil empezó a cobrarme en abril intereses moratorios porque por una sola ocasión no pagué puntualmente. En junio, pagué todo lo correspondiente, y empecé a adelantar los pagos antes de la fecha de corte para no generar intereses, pero, a pesar de esto, desde agosto me cobraron nuevamente lo que pagué en junio, lo cual me cayó muy mal. Siguiendo la sugerencia de María Rosa, la responsable de nuestra comunidad, fui a poner una denuncia. Me pidieron todos los recibos de pago y trámites interminables, lo que aumentó mi frustración; la respuesta de la arrendadora fue que tenía que pagar de nuevo intereses moratorios acumulados, lo cual, era injusto.

Al verme provocado con todo lo que me acontecía, me hice las preguntas. ¿Cómo puedo ser realmente ayudado? ¿Qué he aprendido en el movimiento? ¿Dónde pongo mi esperanza? ¿Quién soy yo para perdonar? ¿Realmente deseo que se haga Su voluntad? ¿Cómo puedo ver Su Presencia en lo que me sucede? El sólo hacerme estas preguntas me animó y decidí llamar a “atención a clientes” y me sorprendí al ser atendido por la misma persona que me ayudó en junio, que finalmente me ayudó a cerrar bien mi caso.

Lo que me ha pasado no ha sido grave, pero ha sido la ocasión para darme cuenta de que efectivamente “hay un lugar donde no se me permite reducirme, se me educa para mantener viva la esperanza”, donde “puedo ser generado desafiándome”, que me ayuda a abrir mi mirada y me permite ver con la razón y no quedarme en la primera reacción, cualquiera que sea. He reconocido el “abrazo del Misterio” en las palabras de María Rosa, quien al verme necesitado, me acompañó y me provocó a usar mi razón y mi libertad, poniendo mi "yo" en movimiento. Como decía Don Giussani: “Hay personas que son presencias, conquistadas por el hecho de Cristo, que llegan a ser presencia por su pertenencia a la compañía cristiana”. En este episodio he podido verificar el camino que estoy haciendo, ha sido ocasión de memoria y de mayor autoconsciencia. “Tengo el afecto de Cristo y ningún error que haya cometido me podrá separar de Él”.

Redy (Monterrey)