Imagen: Sol de Puebla

Nuevos amigos. Vacaciones CL México

Alberto, quien vive en Abu Dhabi, por cuestiones de trabajo visitó México y participó en la vacaciones. "Me sentí bienvenido, como si me conocieran de siempre, como si ya fuera su amigo. Es la primacía de la preferencia de Dios y la sencillez de corazón"

Quiero compartir la experiencia que he vivido, aunque haya sido por unos pocos días, con ustedes durante estas vacaciones. He quedado extremadamente impresionado por la profundidad de la amistad que tienen entre ustedes y su inmensa hospitalidad hacia un desconocido como yo.

Si pensamos en las categorías de este mundo, tenemos muy poco en común. No trabajamos juntos, pertenecemos a continentes diferentes y tenemos antecedentes y educaciones distintas. Sin embargo, me sentí bienvenido como si me conocieran desde siempre, como si ya fuera su amigo. También me impactó mucho ver cómo existe una profundidad e inmediatez en las relaciones entre ustedes que no he encontrado tan fácilmente en otras comunidades. He vivido en muchas ciudades: Londres, Nueva York, Abu Dhabi, Milán, y he encontrado muchas comunidades del movimiento en estas ciudades. A menudo, no he observado la misma intensidad de amistad y conexión como la que he visto entre ustedes.

A lo largo de los años, siempre me he cuestionado esto. ¿Por qué la amistad ocurre más fácilmente en algunos lugares, realidades y contextos que en otros? Muchas veces, analizo la situación y pienso que tal vez sea la distancia, o un cierto contexto compartido, como personas que asistieron a la misma escuela cuando eran niños, que vienen de familias amigas entre sí, o que comparten profesiones o contextos socioeconómicos similares. Y me doy cuenta de que cometo el error que Giussani describe en la segunda premisa de “El sentido religioso”. Me doy cuenta de que a menudo trato de analizar con un método científico o sociológico el acontecimiento de Cristo entre nosotros.

Observándolos, tuve que reconocer dos cosas una vez más. Una es la primacía de la preferencia de Dios. Como Liliana me dijo cuando nos conocimos allí, somos verdaderamente privilegiados. Sí, me doy cuenta de que cuando Dios hace que algo suceda, es un privilegio porque no siempre es seguro u obvio. La segunda cosa es que también reconozco que hay un paso que debemos dar para recibir este privilegio. Y es una actitud que he visto en muchos de ustedes, incluso en el testimonio de Ingrid, y es la sencillez de corazón, la pobreza de espíritu. Lo que veo entre ustedes es una sencillez desarmante en vivir una realidad que, sin embargo, es difícil, porque debo admitir que vivir en un país como México es mucho más difícil que vivir en lugares como Londres, Nueva York o Abu Dhabi, donde la vida es decididamente más fácil. Hay más servicios, más comodidad, más riqueza.

Pero me doy cuenta de que la verdadera riqueza es esta pobreza de espíritu que veo entre ustedes. Nos permite acoger la gracia cuando sucede. Y puedo dar testimonio de esto no a través del análisis, sino leyendo las señales: los juegos, la hospitalidad, la facilidad de reconocernos como amigos en 48 horas, jóvenes de dieciséis y veinte años que me recibieron con curiosidad y generosidad mayor que muchos adultos que he conocido en otros lugares.

¡Gracias! Los llevo en mi corazón y aunque no vuelva a ver a muchos de ustedes, esta amistad es eterna.

Alberto, Abu Dhabi