Comunidad de Monterrey, JIC

Dios cumple su promesa

Testimonios JIC en México: Angie testimonia cómo ha verificado en su historia que Cristo es quien cumple el deseo de su corazón, dentro de la realidad concreta: la universidad, el trabajo, los amigos, amistad iluminada por la Escuela de Comunidad

Soy de Monterrey y actualmente vivo en Washington D.C. Quiero agradecer que me hayan invitado a compartir mi camino. El hilo conductor de mi vida ha sido la exigencia de mi corazón, el deseo de ser plena. Y este camino de búsqueda ha sido una constante batalla entre medirme por mis ideas, mis planes o el reconocer que yo soy hecha por Otro, que hay Alguien que hizo mi corazón con todas sus exigencias, y que quien puede cumplirlas. Quiero compartirles cómo he vivido esa batalla en momentos críticos, y cómo he podido reconocer a Dios presente en mi vida.

Estudié derecho buscando el ideal de la justicia. Tenía la idea de que el éxito cumpliría mi corazón. Paradójicamente, se volvió el lugar en el que el Señor empezó a tejer que lo tenía previsto para mí, para responder a este deseo de forma que yo no podía imaginar. Diego me invitó a un círculo de lectura propuesto por la profesora Auxi sobre El Sentido Religioso. Ella quería comunicar lo que había encontrado en la Escuela de Comunicad. Yo quería conocer a más jóvenes, así que acepté su invitación sin saber que ese sencillo sí marcaría mi vida. Para mí, ha sido como para Juan y Andrés, el “vengan y vean (…) eran como las cuatro de la tarde, y se quedaron con él”. Jamás olvidearé esa invitación, seguirla me reveló un lugar en el que Cristo me ha encontrado.

Ahí podía dialogar sobre las preguntas más urgentes: ¿qué sentido tiene la vida?, ¿qué tiene que ver Dios esta búsqueda?, ¿de qué es signo este deseo que cargo en el corazón?, ¿qué tiene que ver con mis estudios, con mi trabajo?, ¿qué tienen que ver con Cristo?

Yo heredé de mis papás y abuelos la fe, pero estas preguntas y la conexión de mi experienca con la fe no es algo que hubiera aprendiido ahí. Hacer frente a esas preguntas me dio la luz para atreverme a seguir un camino no tradicional. Dejé la carrera de derecho para enfocarcme al desarrollo sostenible internacional. La decisión fue un riesgo y muchas veces parecía no tener sentido. Eso me angustiaba. Pero los amigos de Escuela de Comunidad me ayudaron a identificar dos caminos: puedo aferrarme a mis imágenes de cómo debe ser la realidad, o fiarme de Otro que conoce mi corazón y guía mi camino con lo que me pone enfrente, aunque fuera difícil y nada cómodo. Y esta sigue siendo mi batalla constante, pero gracias a los rostros concretos que he encontrado en Escuela de Comunidad, mirar cómo viven, cómo siguen a Cristo en lo que la realidad, aprendí y aprendo a estar presente en la realidad, a tomar decisiones fiada de Otro.

Otra decisión importante, resultado de esta conciencia, fue el aplicar para una maestría en EEUU. Entre las opciones que se me ponían, elegí la Universidad de Notre Dame porque era la única que introducía la dignidad humana en mi campo de estudio.

Me daba miedo que la universidad estaba en una ciudad pequeña, ninguno de mis amigos estaba ahí y estaba lejos de otras ciudades. Pero la elegí fiada de dos signos: era la mejor perspectiva para mis estudios y recibí una sustancial beca. Una gran sorpresa es que más de la mitad de mis compañeros eran de otros países del mundo, de diversas religiones y perspectivas. Ello amplió mis horizontes de modo inimaginado, y como la ciudad era pequeña, fue oportunidad para una amistad bella y que me ha cambiado. De mis mejores amigos han sido una pareja de Pakistán: Farrae y Hafsa, musulmanes. Su relación con Dios es lo más importante y se nota en sus vidas. De ahí nació esta amistad verdaeraemnte bella. Ellos me acompañaron a las celebraciones de Pascua, yo los acompañé en el Ramadán, y hasta fueron a Mexico a conocer a mi familia.

En esta universidad está presente el movimiento, y pude seguir la Escuela de Comunidad. Cursé dos años estudio que fueron arduos, con inviernos largos y fríos, pero las palabras expresan cuan importante fue encontrar también allí, en Indiana, igual que en Monterrey, amigos que semana a semana se reúnen con el deseo de encontrar a Cristo en la realidad.

Mirando atrás, reconozco que es este lugar, estos rostros los que me ayudan a volver la mirada a lo verdadero: Dios está, y si le decimos que sí en lo que nos pone enfrente, llena la vida de forma que no esperamos ¿Cómo no abrirme a la posibilidad de que Dios cumpla mi corazón aún cuando la realidad no sale como yo espero?

Cuando me gradué no había conseguido trabajo. Estados Unidos te da la oportunidad de trabajar un año después de la maestría, pero te da un límite de 60 días después de la graduación. Luego de 20 días de graduarme, seguía buscando, cada día aumentaba la presión. Así que una noche, en vez de dormir, abrí la computadora para seguir enviando aplicaciones. Había una organización en donde alguna vez dije: “ahí nunca trabajaría”. Pero dije: “bueno, veamos si hay algo interesante ahí”. Para mi sorpresa, encontré una vacante que coincidía con mi experiencia y el área de personas en situación de pobreza extrema. La aplicación cerraba ese día a la media noche, y ya eran las 10. Sin pensarlo mucho, llené la aplicación. Me llamaron al día siguiente para entrevistarme, e investigando, encontré que el trabajo me era muy parecido a lo que ya había hecho en Haití com parte de la maestría. Gracias a la intercesión de San José, me dieron el trabajo. Así que hoy estoy en Washington D.C. Trabajo para la red de investigación del gobierno de Estados Unidos que identifica las causas de la hambruna y la pobreza extrema en el mundo para prevenirlas, y brindar ayuda humanitaria en emergencias de seguridad alimenticia. Es un milagro que haya yo encontraado este trabajo. Aqui en Washington D.C. hay una comunidad grande de CL, así que he estado muy bien acompañada desde el primer instante, encontré de nuevo la familiaridad de Cristo en rostros nuevos.

Si miro atrás y miro mi presente, es innegable que Dios cumple su promesa. Pero reconocerle y elegir fiarme no es algo que yo pueda lograr sola por mis fuerzas. Yo puedo decir sí porque sigo a otros amigos que también dicen sí a Dios en sus circunstancias. Esa es la riqueza de este lugar –el lugar más preciado para mí– que es la Iglesia, y el Movimiento dentro de ella, que sin importar a dónde voy, está.

Concluyo con una frase de Giussani que me ha acompañado: “Toda nuestra tristeza, todo el malhumor y malestar que consiguen adueñarse de nuestros días tiene su origen en poner mi confianza en cosas distintas a esa Presencia que se oculta en nuestra historia”. Hoy estoy trabajando lejos de mi familia. Reconozco que cuando la tristeza y el miedo por la incertidumbre del futuro comienzan a aparecer es porque me miro a mí misma y a mis capacidades. Pero entonces, basta hacer memoria de cómo, en mi historia, esta Presencia de Dios ha sido la constante, y encontrarlo a Él es donde está mi mayor satisfacción. Esa Presencia de Dios se manifiesta en las personas –desde Diego Borrego, Auxi , y todos y cada uno de los muchos, muchos amigos que me han acompañado adonde quiera que voy.
Con la certeza de estos rostros que me acompañan, camino en paz, aun frente a la incertidumbre del futuro.

Angie