Columna de Testigos. Testimonio de Gaby Armendáriz, Mty

Este año, las JACs han tenido por título “Cristo, nuevo principio de conocimiento y acción”. Compartimos el testimonio de Gaby Armendáriz, de la comunidad de Monterrey.

Encontré el movimiento de Comunión y Liberación hace casi 25 años en Coatzacoalcos. Entré al movimiento porque intuía que era algo bueno para mí; lo vivía de una manera distraída, sin tanta conciencia, pero me hizo permanecer el encuentro con rostros en los que veía la mirada de Cristo. Al año de haberme adherido me dio cáncer, y me sentí abrazada por Cristo en ellos, de quienes ya podía decir eran mis amigos. Entonces comprendí que Cristo me llamaba a vivir esto con más fuerza. Me sentía sostenida por Él. Gracias a Dios me recuperé del cáncer.

Confieso que no tenía la conciencia que ahora tengo. Mi corazón intuía, al participar en los gestos del movimiento —los Ejercicios de la Fraternidad, la caritativa, el fondo común—, que ahí debía estar, aunque aún no entendiera lo que realmente significaba vivir el movimiento.

Por la inseguridad en Coatzacoalcos, hace casi nueve años decidimos venir a vivir a Monterrey, donde ya estaban mis hijos estudiando. Mi esposo tuvo que cerrar su empresa y empezamos de nuevo en una ciudad donde casi no conocíamos a nadie. Pero tenía la certeza de que Cristo me sostenía con ese cambio. En Monterrey he vuelto a reconocer la luz al llegar a la Escuela de Comunidad, donde me sentí acogida por los amigos de aquí. La intuición que tuve hace 25 años en Coatzacoalcos se ha vuelto experiencia más consciente, porque Cristo me da consistencia en mi vida a través de estos nuevos rostros.

Gestos que me generan

Me asombra ver lo que he cambiado y cómo soy más yo misma con la caritativa. Comencé a ir porque era algo que proponía el movimiento, aunque sentía que no se me daba, pues no tenía la chispa de cantar, bailar o jugar para alegrar a quienes acompañamos. Pero me doy cuenta de que ahora voy feliz, y es Otro el que me hace. Me dejo guiar. Al ir descubro que la ley de la vida es darse y crecer en la caridad. Como dice el libro de la caritativa, voy no porque tenga esa chispa, sino para satisfacer esta exigencia de acompañar y dar alegría. Ahora bailo, juego y canto; voy feliz y recibo más de lo que doy. Y cuando no voy, me hace falta.

Otra de las propuestas del movimiento: las vacaciones nacionales. Este año me di la oportunidad de ir y experimenté unas vacaciones vividas en comunión y unidad. Cuando nos pidieron que Monterrey participara con su baile típico, de nuevo me asombré al dar mi “sí”, pues no me gusta bailar. Sin embargo, al hacerlo me llené de alegría y me divertí mucho; sobre todo, sentí la comunión y la unidad.

Me doy cuenta de que soy más yo misma porque veo a Cristo y puedo afirmar este camino con libertad. Al leer lo que se nos propone en la Escuela de Comunidad y escuchar los testimonios, encuentro respuestas a lo que confronto en mi vida. Hace casi un año me invitaron a pertenecer a la Diaconía. La misión y la responsabilidad en la Diaconía me han hecho crecer; ha sido una gracia. Me asombra cuando me dicen que he cambiado tanto.

Otra experiencia que me marcó fue que me pidieran ser testigo para esta Jornada de Apertura de Curso. De nuevo di mi “sí”, aunque me da pena y no tengo el don de hablar en público. Lo hago porque lo que se me propone es simplemente platicar cómo ha sido mi experiencia y cómo me ha cambiado la vida estar en esta compañía y lo que he encontrado aquí.

La compañía

La compañía me rescata, me ayuda a abrazar mi realidad, aunque a veces no me guste. Claro, tengo que hacer mi trabajo personal, pero esta compañía me da una mirada de certeza y de alegría.

En esta compañía del movimiento encuentro correspondencia y me siento llamada a caminar en conversión, no en comodidad, sino hacia el Destino. Y ahora entiendo más que la responsabilidad personal con el carisma es importante: dar testimonio con alegría de lo que hemos encontrado, para que los demás tengan esperanza y certeza de que se puede vivir así.

Este es un camino que siempre está en movimiento y que nunca debemos dejar de aprender y recorrer. Al estar en movimiento con lo que nos propone Comunión y Liberación, crecemos en la fe y en la certeza de Cristo. Lo que más me ha sostenido es no dejar la Escuela de Comunidad. Me falta mucho por aprender, pero soy feliz por estar en este camino.